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Ingrid Naiman
Artículo publicado por Mercurio-3, Nº 7, 2º trimestre 1988
En Astrología médica existen cuatro elementos que deben ser estudiados. Forman la base o la materia prima con la que se edifica la constitución física, y refleja el temperamento y la sensibilidad. Los elementos difieren unos de otros en la calidad vibratoria. En el organismo pueden combinarse, ya sea en proporción equilibrada, o que uno o más elementos se halle en exceso o deficiencia. Si predomina uno de ellos, se manifestarán muy claramente sus características en la personalidad y en la fisionomía individual. Las personas tienden a exhibir tanto los vicios como las virtudes del elemento preponderante y a sufrir las enfermedades que motiva su alteración; por ejemplo, un exceso de fuego provoca fiebres. Cuando un elemento es deficiente, la persona carece de muchas de las características que le son propias y sufre las enfermedades que origina esta carencia. Por eso, cuando hay una deficiencia de fuego, no se es espontáneo ni valiente, la piel es pálida, y la digestión es lenta porque el fuego se vincula con todos estos factores. Si los elementos se hallan equilibrados, la persona se siente armonizada y su comportamiento fisiológico muestra pocas estridencias o rasgos exagerados.

Cuando un elemento se encuentra en exceso, éste tiene que ser compensado; si es por deficiencia, debe ser estimulado. Esta es la base de la curación. Existen muchas maneras, físicas o psicológicas, para ayudar a equilibrar los elementos. En las páginas que siguen se ha realizado un esfuerzo para describir las principales características de cada elemento y de algunos trastornos que originan su deficiencia.

Recordemos que cada cuerpo físico es una amalgama de elementos y que muchas enfermedades se deben a la combinación de problemas y no a la causa de uno solo. Por otra parte, cuando una enfermedad concierne a más de un elemento, suele ser más difícil de tratar.


El Aire
La principal característica del aire es el movimiento. Los otros elementos dependen del aire para su activación. Si no fuese por el aire, todo permanecería estático. Por esto, su deficiencia en la constitución tiene como resultado una lentitud de movimientos, de la percepción, y de las funciones corporales. El aire no es sólo esencial para el movimiento, sino también para el sentido de la comunicación el cual se desarrolla a partir de los contactos generados por el movimiento. Estos contactos, a su vez, son memorizados por el sentido del tacto. El tacto nos relaciona con el mundo en que « vivimos, nos movemos y somos», para citar un famoso verso extraído de los Actos de los Apóstoles. El aire también es el elemento que nos informa sobre el mundo circundante. Se trata del elemento social por excelencia y el que nos permite conocer a los demás. Este último punto nos conlleva a ramificaciones abundantes. El equilibrio del elemento aire es el que nos proporciona el sentido de la honradez y de la justicia, el que asegura una orientación humana de la vida, y nos da el sentido de la amistad, factores esenciales para establecer unas correctas relaciones. Una proporción apropiada de aire implica gracia, percepción equilibrada, bienestar, objetividad, sensibilidad estética y amor a las artes. Socialmente, la persona causa buena impresión y por lo general, su aspecto se distingue por el atractivo personal.

Un exceso de aire hace a la persona impaciente, nerviosa, ansiosa, inestable y, a veces, miedosa. Tiene dificultades en permanecer sola, dormirse, relajarse y sortear las dificultades. Las personas tienden a ser más impersonales, frecuentemente, hasta el punto de sentirse excesivamente alejadas de la experiencia y del compromiso. Eventualmente, los hábitos y predisposiciones personales provocan cambios fisiológicos que reflejan las condiciones en otros niveles. Como el aire es seco, su exceso provoca rigidez en las articulaciones, fragilidad del cabello, de los huesos, de las uñas; artritis y enfermedades parecidas a las que se caracterizan por crujidos, piel seca y áspera, y señales prematuras de envejecimiento.

La escasez de aire lleva a una falta de perceptibilidad, anemia, cansancio, desvitalización, desorientación, introversión, estancamiento, e incapacidad para organizarse con efectividad.


El fuego
El fuego es el elemento de transmutación. Da calidez y sentimiento. Está asociado con el calor y la luz. El fuego se relaciona con el sentido de la vista y del discernimiento, la penetración, la comprensión, la inteligencia y la alegría. En el cuerpo rige la expansión, la digestión, el color de la piel, la vista y el calor. Psicológicamente se asocia con las aspiraciones, el idealismo, el entusiasmo, la confianza en sí mismo, la independencia, la virtud y el valor. Se identifica con el sentido de la dignidad, con la felicidad, el ardor, el celo. Cuando este elemento se encuentra en su justa proporción, la persona es agradable, optimista, espontánea, generosa, expansiva, cálida, afectuosa e inspirada. Semejantes personas irradian bondad y con frecuencia son fuente de fortaleza, de aliento e inspiración para los demás.

Por exceso, el fuego hace a las personas coléricas, violentas, imprudentes y agresivas. Eleva la temperatura del cuerpo y, por tanto, se relaciona con las fiebres, inflamaciones, irritaciones, y también con los cortes, morados, cicatrices y la presión provocada por la expansión de alguna parte del cuerpo contra otra (causando la fricción y, de hecho, el calor).

Cuando el elemento fuego es débil, la digestión es lenta, el cuerpo siente frío, la temperatura es pobre y los ojos carecen de brillo. La resistencia a las infecciones resulta deficiente. En estos casos, las personas se sienten abatidas, carentes de dinamismo, de valor y perseverancia. También suelen ser diabéticas, descorazonadas y puede que carezcan de fortaleza para enfrentarse a las dificultades y a los deseos de vivir.


El agua
El agua es un elemento que está asociado con la humedad y los líquidos. Rige la saliva y el sentido del gusto. Da al cuerpo suavidad de movimientos y lo protege contra las fricciones. El agua tiene el instinto de descender y por eso nutre las formas de los mundos más densos. Así como la tierra se ablanda con las lluvias, el agua proporciona al cuerpo su plenitud y suavidad. Los astrólogos acostumbran a asociar el agua con las emociones, las facultades imaginativas y los sentimientos personales en oposición con el sentido de lo que nos rodea. Por ello, es totalmente subjetiva, así como el aire es objetivo. Refleja una impresión similar a una imagen en un espejo, aunque la propia al sentir de sí mismo. Por eso rige la sensibilidad interna, aunque no necesariamente la sensibilidad hacia los sentimientos ajenos o a una impresión espiritual que requeriría más desapego. Cuando el agua es equilibrada la disposición se dirige a la calma y firmeza, la persona es suave, flexible, gentil, sensible y agradable.

Así como el fuego rige la expansión y las aspiraciones, el agua rige la contracción y la autoprotección. Su exceso puede transformar a una persona aprensiva y excesivamente preocupada por su seguridad. También causa somnolencia, autoindulgencia, monotonía, voluptuosidad, lujuria, y con suma frecuencia: sobrepeso.

Cuando el elemento agua es deficiente, la persona tiende a manifestar los síntomas del exceso de aire en forma de rigidez y crujimiento. Carece de suavidad y de capacidad para relacionarse con los demás. No puede proyectar aquello que siente y por esto no es capaz de convencer a los demás de que tiene las razones personales adecuadas para lo que se propone y está realizando. En los .casos graves, no sabe cómo se siente y carece de ritmo.


La tierra
El elemento tierra se relaciona con el principio de solidez y por consiguiente con el sentido de estabilidad y de permanencia. Es absolutamente esencial para nuestro sentido de seguridad. Rige el sentido del olfato y todo lo sólido de nuestro cuerpo: huesos, dientes, uñas, piel, cartílagos, tendones y grasas. Psicológicamente, se relaciona con el espíritu práctico, la seguridad, fidelidad, estructura, conservación y realismo. De manera más abstracta, se asocia con la discriminación y los aspectos más estables y permanentes de lo existente, por aquello que se deja afectar menos por las sutilezas y los matices; posee perseverancia y una mayor capacidad para mantenerse. Cuando el elemento tierra es equitativo da una gran tolerancia, paciencia, firmeza y claridad sobre la realidad básica. El sistema de valores de las personas de tierra es habitualmente sólido, raramente afectado por las emociones o el idealismo; más bien práctico.

Cuando el elemento tierra se halla en exceso, las personas son perezosas, letárgicas, inactivas, demasiado materialistas, a menudo densas, pesadas, inseguras de sí mismas, de reflejos lentos en la percepción y en la captación de nuevas ideas. Suelen dormir demasiado, son inflexibles, se resisten a la mayoría de cambios y tienen que meditar minuciosamente las cosas antes de realizar algo.

Si el elemento tierra es deficiente, la persona carece de la habilidad necesaria para manifestar sus pensamientos. Existe poca conexión entre su potencial y su materialización, y puede fallar en la capacidad de ver qué es lo que traiciona sus aspiraciones. Tales personas son inestables, a menudo carecen de solidez y no son capaces de generar el apoyo de los otros.

Correlaciones
Con frecuencia, los elementos se correlacionan con los «humores» citados por los antiguos. Como sucede en muchos aspectos de la Astrología, no existe una perfecta concordancia de correspondencias, pero la más usual es la siguiente:

AIRE                SANGUlNEO
FUEGO         & nbsp; COLERICO
AGUA             MELANCOLICO
TIERRA          FLEMATICO

Los elementos y su relación con los sentidos:
Elemento        Sentido        Organo
ETER                OIDO          OREJAS
AIRE                TACTO         PIEL
FUEGO              VISTA         OJOS
AGUA               GUSTO         LENGUA
TIERRA            OLOR          NARIZ
   
   

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